Sí: aunque el Nobel se lo llevó su amigo Tranströmer, bien podría haberlo conseguido Gustafsson. Pero no es eso lo que importa. Para este lector, lo sustancial ha sido encontrar una poesía excelente, de una altísima calidad, digna de un poeta y no, digamos, de un escritor que escribe poesía; y espero que no se malinterprete el matiz.