Gonzalo Calcedo sabe perfectamente atraparnos con su obra. Y es que este autor, natural de Palencia, se ha convertido en uno de los mayores artesanos de cuentos del panorama actual.

Un claro ejemplo de esta maestría es El prisionero de la Avenida Lexington, el libro que te recomendamos esta semana, en el que la gran ciudad de Nueva York, con sus luces y sus sombras; se convierten en protagonista de esta serie de cuentos.

Y es que algunas ciudades ocupan tanto espacio en nuestro subconsciente, incluso sin conocerlas, que a veces, en sueños, paseamos por sus calles. Calcedo presenta la ciudad que nunca duerme como esa persona que tienes muchas ganas de conocer y que cuando lo haces, no te suele defraudar.

Con una marcada influencia de la película El prisionero de la Segunda Avenida de Melvin Frank, este libro dosifica los elementos narrativos tan cuidadosamente que consigue en pocas páginas y con gran espontaneidad, crear historias redondas. Narraciones con el foco puesto en el ser humano; personajes sumidos en su propio círculo personal, la rutina y la soledad en una ciudad que atrapa.

í es posible destacar algunos en los que la dosificación de los elementos narrativos permite comprimir con naturalidad y en pocas páginas tiempos dilatados e historias de cierta complejidad. Calcedo es capaz de diseñar, con una prosa ajustada y no carente de innovaciones (véanse las primeras páginas del cuento titulado «Suburbio», por ejemplo), personajes solitarios, vencidos por el peso de la rutina y de la falta de afectos, incluso en el seno de la familia.

Cuentos asentados en un lenguaje sobrio y elegante, puesto al servicio de la sugerencia; seña inconfundible del autor.

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