Los sentimientos, a veces, pueden ser letales, maquiavélicos, hirientes… pero siempre se presentan como algo inesperados. Así son también en el libro «Como ánades» de Gonzalo Calcedo; nuestra recomendación de la semana.
Una obra que se presenta como un ajuste de cuentas con el tiempo y un camino circular en el que ya no hay vuelta atrás. Sin ser un libro sobre la pandemia –nunca fue esa la intención del autor–, sí estamos ante las consecuencias inmediatas del desconocimiento y el miedo que su llegada supuso para todos.
La última colección de nueve relatos publicada por el autor destaca por la maestría y soltura con la que usa el lenguaje el sus historias, el manejo impecable del tiempo y la brillantez de la estructura de los relatos. Algo que consagra a Calcedo como uno de los mejores del género de este país.
La fuerza narrativa gana la partida a unos personajes que, desalentados, ajustan cuentas con sus vidas y sus miserias. Calcedo moldea nueve historias en las que sentimientos como el miedo, la ira o la soledad, son la batuta del comportamiento de sus protagonistas.
En «Cruzar el mundo», una nueva relación entre dos personas desconocidas muestra la soledad que ambas esconden y los fortuitos encuentros que más que agradables o excitantes, son los culpables de un desasosiego que se eriza con un simple intercambio de miradas. Por su parte, «Invita la casa» se centra en una conversación en un bar de hotel entre una clienta habitual y un hombre de negocios que sirve para dibujar un fresco sobre la soledad, el desarraigo, los falsos tics del deseo y la necesidad de jugar al equívoco o aparentar lo que nunca se ha sido. Pero el lenguaje llega a su momento cumbre del libro con «Las islas» donde situaciones no previstas pondrán contra las cuerdas a unos personajes que lucharán no solo contra sus «taras» si no también, contra si mismos.
La relación padre e hijo centra «El tiempo, una gota de grasa». La distancia, la incomunicación, el miedo a enfrentarse a la realidad, el propósito de la huida o la sutileza como eje del engaño son las teclas de una melodía perfecta en este relato.
Historias que traspasan miedos y fronteras y se ciñen a un tipo de literatura en desuso: la que nos habla de la vida sin más. Y es que Calcedo no es de esos narradores que cierran las historias de forma directa, si no que nos propone el reto de adivinar qué será de las vidas de aquellos a los que él ha dado voz en un momento dado. Por eso se convierte en una lectura apasionante y adictiva.
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