Antonio

Machado

Sevilla, 1875–Collioure, Francia, 1939

Escritor de la Generación de 98, reflejó en su obra la decadencia de España, que preocupó a los intelectuales de la época, pero su literatura destila además una entrañable sensibilidad hacia el hombre y el paso del tiempo. De familia liberal, su padre fue amigo de Joaquín Costa y de Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, en la que Machado se forma. En 1899 viaja a París, donde vive su hermano poeta Manuel, con quien emprende una carrera conjunta de autor dramático, con obras como La Lola se va a los puertos (1929). Allí conoce a Oscar Wilde, Baroja y Rubén Darío, y asiste a las clases de Henri Bergson, cuya filosofía le marca. De vuelta a Madrid entabla amistad con Juan Ramón Jiménez y publica en línea modernista Soledades (1903, ampliado a Soledades, galerías y otros poemas en 1907). Tras aprobar las oposiciones, elige la cátedra de francés del instituto de Soria, donde se casa con Leonor Izquierdo, que muere de tuberculosis en plena juventud, lo que sume a Machado en una profunda depresión. Se traslada a Baeza (Jaén) para vivir con su madre dedicado a la enseñanza y el estudio. Poco antes había publicado Campos de Castilla (1912), influido por Unamuno, e inspirado por el paisaje soriano y su preocupación por España. En 1919 se traslada a Segovia, donde vive, da clases e impulsa una intensa labor cultural popular hasta 1932. Corteja a una dama casada, Pilar Valderrama, la Guiomar de su último poemario, Nuevas canciones (1924, posteriormente ampliado). Elegido miembro de la Real Academia Española (1927), nunca llega a tomar posesión. Al estallar la Guerra Civil deja Madrid y vive en Rocafort (Valencia) y Barcelona. Publica La guerra (1937) y artículos en La Vanguardia, órgano de expresión del gobierno y los intelectuales republicanos. En febrero de 1939 cae Barcelona y se exilia en Collioure (Francia), donde muere poco después. Sus Poesías completas se vieron aumentadas en sucesivas ediciones (1928, 1933 y 1936) con los poemas apócrifos de sus heterónimos, Juan de Mairena, Abel Martín y un tercero con su mismo nombre. El primero (mi «yo filosófico», dijo Machado) es además el autor de comentarios en prosa. En vísperas de la Guerra Civil publica Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, recopilación de ensayos que aparecieron en la prensa madrileña desde 1934, que muestra a Machado como uno de los prosistas españoles del siglo XX más originales. No obstante, Machado siempre se consideró poeta: veía la poesía como «una honda palpitación del espíritu», como «el diálogo del hombre, de un hombre, con su tiempo», asunto que fue la gran preocupación de Machado, un autor influido por la filosofía de Bergson, pero también por su dramática circunstancia histórica y personal.

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