Lacruz
Tras un inicio muy prometedor como novelista, desarrolló durante toda su vida una intensa labor editorial en Plaza & Janés, Argos-Vergara y Seix Barral, que hizo de él uno de los editores más respetados en el ámbito hispánico. Pero siempre se consideró un franco-tirador de las letras y nunca dejó de escribir, como lo demuestran los manuscritos inéditos hallados en su armario. Con motivo de la la reedición en 2000 de sus novelas El inocente (premio Simenon, 1953), La tarde (premio Ciudad de Barcelona, 1955) y El ayudante del verdugo (1971), y, ulteriormente, de las novelas póstumas Gaudí, una novela (2004), Intemperancia y Concierto para disparo y orquesta (2005), la crítica lo ha definido como una de las voces narrativas españolas más singulares de la segunda mitad del siglo XX.