Un relato donde la melancolía es una nueva arma de destrucción masiva, pues el lenguaje de Calcedo nos hipnotiza sin apenas darnos cuenta, y cómo no, nos sumerge en el eje de un camino que ya no volverá a ser circular.
Creo que he leído demasiado como para que me sorprendiera el giro; lo vi venir en cuanto se mencionó una cosa, pero estoy convencida de que a muchos lectores les dejará con la boca abierta y, la verdad, a mí me ha dejado con muy buen sabor de boca.