Desde 2012 no parece posible retroceder tanto, para cambiar la historia.

En este caso el relato fue capaz de interesarme lo suficiente como para seguir la pista de las andanzas de Abel. No todo el tiempo, porque, el protagonista, me resultó pronto antipático y su afán de poner orden (más que de descubrir la realidad de la historia de su familia), consiguió enervarme en el tramo final.

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