Hallazgos, sutilezas y brillantes formas expresivas que ya quisieran tener muchos escritores de hoy

Cuando López Rubio publica en la editorial Caro Raggio (fundada en 1917 por Rafael Caro Raggio, esposo de Carmen Baroja) estos “Cuentos inverosímiles” contaba solo veintiún años y era su primera obra impresa. Las veintiuna narraciones que la integran habían ya aparecido, como nos recuerda Francisco Vallés en el prólogo a la edición[6] que comentamos en “Los Lunes de El Imparcial”, el suplemento cultural más importante de la época, donde escribió la flor y nata de la generación del 98.

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