Herido por la temporalidad, por la cercanía de la muerte y el desazón

Con un lenguaje sencillo, pero muy cincelado, con una notable presencia de las paradojas, el autor se dirige de una manera cercana a Dios, que está personificado (evita, por ejemplo, el poeta la mayúscula cuando se refiere a él o cuando le apela) y que se inserta en la cotidianeidad.

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