El acierto de Enrique Decarli reside en haber insuflado a la trama una atractiva ambigüedad que permite que en muchas ocasiones el lector dude de la salud mental del protagonista e incluso de la misma existencia de la vaporosa María.
El acierto de Enrique Decarli reside en haber insuflado a la trama una atractiva ambigüedad que permite que en muchas ocasiones el lector dude de la salud mental del protagonista e incluso de la misma existencia de la vaporosa María.