En su condición de no muerto, Drácula habría visto postergado el destino biológico del común de los mortales. El vampiro le cuenta una versión distorsionada de su propia historia para que escriba un libro; a él le habría gustado encargárselo a algunos viejos conocidos suyos como Charles Baudelaire u Oscar Wilde -nombres a tener muy en cuenta-, pero temía que éstos se perdieran en sutilezas psicológicas o filigranas lingüísticas.