En un tono muy británico, protagonizan los relatos parejas convencionales adineradas. En muchos de ellos son los hombres los que narran en primera persona. Se trata de hombres poderosos; la vida hasta ahora los ha tratado bien, se han sabido encaramar a su tiempo, han asentado su forma de vida con su ideología reaccionaria y su puntito (o puntazo) de misoginia, y, de repente, sin verlo venir, se encuentran envueltos en una peripecia criminal, muy a menudo rídícula, estrafalaria, chusca, que les pone la vida, la estabilidad, el prestigio social y casi todo lo bueno que creían tener del revés; juegan al borde de lo prohibido, mantienen conductas erráticas, beben mucho y suelen acabar fastidiándolo todo.